quarta-feira, 8 de fevereiro de 2012

Eric Laurent - "Las psicosis ordinarias"

Agradezco la presentación que nos lleva al punto de invención de parte de Jacques Alain en llamar el trabajo de las secciones clínicas en el ’98 como psicosis ordinaria.
Esa puntuación digamos, viene como puntuación de un trabajo que empezó mucho antes de estas tres conversaciones, de Anguer, Arcachón y Antib. Empezó antes de la disolución de (palabra francesa) de París, empezó en las secciones clínicas cuando, a partir de la orientación dada después de Caracas de presentar el Otro de Lacan, el Lacan del objeto a, iniciamos un programa de trabajo que era dentro de las secciones clínicas, leer la psicosis, no sólo a partir del significante, sino a partir de la pareja ordenada S1-a, y la primera tentativa de pensar la clínica, fue la lectura de Schreber, “De una cuestión preliminar” con el objeto a. Y eso hizo un programa de trabajo.
El programa de trabajo se apoyaba en eso que a considerar el significante en su distribución, con el significante se obtenía regímenes de disyunciones, serie de disyunciones, con funcionamiento de si hay el significante Nombre del Padre, si no hay, si funciona bajo régimen de la represión o forclusión, esto implica categorías separadas, de manera clara y con casi un árbol de disyunciones.
Si uno consideraba la pareja ordenada S1-a primero podría obtener el lugar del Nombre del Padre, incluir las pluralizaciones y funcionamiento de los significantes amos que funcionan sin la ayuda de los discursos establecidos, y con el objeto a, más bien un régimen no de disyunción sino más bien de suplencia.
Y entonces consideramos primero las grandes psicosis, efectivamente, extraordinarias, las categorías establecidas: paranoia, esquizofrenia, melancolía, manía, a partir de este reordenamiento, y produjo una serie. Pero después tuvimos que enfrentar lo que era el contexto del psicoanálisis en los años ’90, en el cual fue en los ’90 que en el movimiento analítico en general, fue el éxito de los estadios límites.
Los estados límites tuvieron como promotor esencial en toda una zona –Otto Kember- que desarrolló una clínica apoyada no en la distribución del síntoma produciendo discontinuidades sino más bien a considerar una reinterpretación de los mecanismos de defensas del Yo a Anna Freud, más bien consideró trastornos de la personalidad; y a partir de esta herramienta, los trastornos de la personalidad, empezó a constituir una clínica que no separaba tanto la sintomatología sino más bien de equilibrio dinámico entre procedimientos neuróticos o procesos neuróticos y procesos psicóticos, y buscaba equilibrios así en los estados límites a separar de personalidades borderline, a separar de la psicosis como tal, y fue la tentativa que él trató de renovar la clínica al mismo tiempo que negociaba en los años ’90 con la subida de la clínica del DSM, la clínica de los síndromes, la clínica de deconstrucción de las categorías clásicas, negociaba el hecho de mantener un eje dentro del nuevo sistema, el eje dos, centrado sobre los trastornos de personalidad.
Entonces era un proyecto bastante amplio que era de negociar el lugar del psicoanálisis con la clínica biológica, y construcción de una nueva concepción, el psicoanálisis era un programa de investigación bastante fuerte.
Entonces tuvimos que también considerar este proyecto, si valía o no. Y para nosotros fue considerar que el error para nosotros, y toda esa investigación era centrarse sobre –una vez más- los procedimientos, defensas del Yo, renovados, reinterpretados, pero el mismo eje con el cual Lacan tuvo que oponerse en los años ’60. Y teníamos entonces una nueva versión que Lacan había encontrado pero teníamos una nueva versión de un fenómeno del cual había que distinguirse, y proponer una orientación sobre esta clínica que tenía una cierta efectividad.
Y fue entonces la lectura que hizo Jacques Alain después de considerar la pareja ordenada S1-a, que un significante no va sin su cara de goce, que la misma manera de que en la mecánica cuántica hay dos aspectos siempre de un fenómeno, en nuestra mecánica hay siempre el aspecto significante y el aspecto goce que está en juego.
A partir de esto más bien se constituyó el interés por el funcionamiento del S1 sólo, no tanto que pareja ordenada, pero el S1 sólo cortado de su relación con el S2, y cómo a partir de esto, esto producía un efecto que permitía abordar la clínica psicótica en general de una manera tal que podíamos encarnar estos fenómenos que se presentaba como psicosis desde el punto de vista por ejemplo de los clínicos en general, como psicosis atenuada o psicosis que decían que tenían mecanismos de defensa neuróticos o neurosis con fenómenos psicóticos incluidos, etc., todo este quilombo (risas) que aprecia en este abordaje, esta presentación de la clínica nueva fuera de las categorías ordenadas, de perspectiva y entradas, etc., zona difícil.
Nuestra herramienta para reordenar y poner perspectivas a la lacaniana dentro de esto era el S1 sólo, e interrogar con esto el fenómeno elemental, la relación del sujeto con sus suplencias, los procedimientos, lo que también aparecía de forma en lo negativo con todos los estudios que hicimos también sobre las psicosis no desencadenada, cambiando la perspectiva de precisamente no considerar que hasta el momento del desencadenamiento eran neurosis, y después había desencadenamiento, entonces pasamos a otro espacio subjetivo, pero más bien que ya había que considerar que no estábamos en el registro de la neurosis de antemano, desde cuándo, problemas, estudios, investigaciones.
Y este programa concluyó en el ’98 con esta idea de las psicosis ordinaria, que viene a nombrar de manera llamativa lo que es un programa de investigación y que sigue siendo esto, más que una categoría digamos, una categoría sintomática, como en una perspectiva de clasificación lineana, de Liné (por fonética) el naturalista.
Es interesante especialmente porque hoy vamos a tener que también seguir en nuestro programa de investigación de manera más amplia, porque lo que nos espera al horizonte de cinco años, con el DSM-V, es que la idea, la categoría de trastornos de la personalidad va a desaparecer.
La psiquiatría biológica considera que este resto que fue negociado a final de los ’80 con sus universitarios desesperados por la IPA, y los de corriente biologista, consideran que este equilibrio ya está por superar, entonces consideran un libro que salió, sobre el cual nuestro colega Juan Pablo Lukelli (por fonética) que en profesor en Suiza, llamó mi atención, la agenda es cortarse de esta dimensión. Así que nuestros colegas de la IPA van a tener que abordar esta clínica sin el apoyo del discurso establecido sobre trastornos de la personalidad, y va a ser interesante, cómo van a hacer? (risas).
También hay que seguir el esfuerzo que seguramente a hacer, el esfuerzo de policía que tendrán que producir (risas).
Y por el otro lado tenemos ahora que enfrentar la prescripción masiva de medicación que hace que ahora cuando un sujeto presenta una sintomatología que no es muy clara, tiene en el mismo tiempo las cinco medicaciones esenciales que le son dadas, un antipsicótico, un antidepresivo, un estimulante de la atención, un regulador del humor, y un hipnótico, es decir –tengo cifras, no voy a aburrirlos con esto- las últimas investigaciones que hay muestran que la prescripción es masiva de incluir gente con la dificultad que hay para obtener estos casos implicables que permitirían mantener el sueño de una medicación, tac!, ya está, esto como ideal que funciona, pero en la efectividad como los casos no responden al ideal sino en algunas universidades hay el conflicto de las facultades que hacen que el paciente pase siempre del piso dos donde se tratan los bipolares; al piso tres donde son las esquizofrenias; al piso cuatro cuando según las distribuciones de poder y de quien tiene el agalma en un momento dado, parece tener realmente el futuro en sus manos, entonces hay estos cambios en el ascensor (risas), pero como los casos exactamente no encajan, prescripción masiva.
Y tenemos ahora efectivamente que orientarnos en estas perspectivas, y utilizar nuestro programa de investigación que no es centrado en estas categorías precisamente, sea las categorías tipo trastorno de personalidad, sean categorías centradas en una biología, un trastorno biológico supuesto para dar cuenta de la patología, tenemos que utilizar nuestro programa como investigación empírica y clínica para estar al tanto de estos desplazamientos de la atmósfera clínica, o del discurso clínico para mantenernos en esta conversación clínica que se desplaza, e insertarnos.
Primero esta idea de un programa de investigación sobre un espacio clínico definido a partir de, si bien consideramos que por supuesto hay estos grandes polos de las neurosis, de las psicosis, existen; pero la idea de una distorsión entre estas grandes configuraciones que pueden ordenarse como escribirse en coordenadas estructurales, o con una configuración topológica de nudos.
Y después les permite esta disposición pensar distorsiones topológicas de un estado a un Otro. Después con rupturas, que hace que un nudo no se escribe de la misma manera y permite repartir fenómenos como inhibiciones, síntomas, angustias, pero también permite informar por ejemplo como el simbólico y el síntoma se juntan, pueden juntarse de varias maneras, y esto produce consecuencias clínicas.
El hecho por ejemplo de que los sujetos se han apoderado de un significante amo de nuestra época como depresión, en el cual el sujeto se reconoce bajo la depresión, que puede ser de todo espectro patológico, puede reconocerse bajo este significante, puede entonces ayudar precisamente a que bajo de psicosis ordinarias, no sé si podríamos conseguir que los sujetos puedan reconocerse bajo esto, y llegar al psicoanalista diciendo tengo una psicosis ordinaria (risas), estoy pasando por una fase difícil, mi psicosis ordinaria me preocupa.
Hay algo en este término de psicosis ordinaria, trata al mismo tiempo, mantenemos una categoría psicosis que huele a Siglo XIX, y también con el ordinaria más bien algo que es como la filosofía de la lengua ordinaria, digamos, es más el Siglo XX, con esto tratamos de producir un significante del Siglo XXI. Habrá que ver si con esto conseguimos no sólo hacer un programa de investigación nuestro, pero que puede ayudar a los sujetos también a apoderarse de esto, de hacer de esto una herramienta para definirse ellos mismos sin el apoyo de un discurso establecido, sino con este apoyo de este programa de investigación.
La crítica de lo que es el abordaje de todo el registro de las psicosis, a partir sea de los trastornos de la personalidad, sea a partir del narcisismo, la crítica tiene que tener en cuenta que precisamente el éxito de la alusión de depresión es porque se apoya en el abordaje narcisista de toda la patología; y es la razón por la cual por ejemplo en la sociología los estudios sociológicos sobre las consecuencias del individualismo de masa, entonces a ellos les es muy natural normal considerar normal la patología depresiva. Como dicen los sociólogos es el cansancio de sí, que fue una fórmula que tuvo éxito, que pinchaba sobre algo, pero esto produce la tendencia de los sociólogos por sus presupuestos metodológicos es que es sobre evaluar, o considerar como un hecho fácil de medir el cansancio de sí, lo que en los individuos se puede aislar, pero para ellos es mucho más difícil pensar los efectos de la inconsistencia del Otro, el Gran Otro, no las inconsistencias de las opiniones del otro pequeño a, más bien la inconsistencia fundamental del A tachado.
Y las consecuencias que tiene el funcionamiento de una civilización en la cual el aprovechamiento de los discursos, la significación de lo que uno dice, fuera de los discursos establecidos que son pocos los que tienen una consistencia, dependen de la manera con la cual uno hace una norma de sus invenciones, puede inscribir sus invenciones de abrochamiento, capitón, lo que para él funciona como significante amo cómo inscribirles dentro del sistema de las normas que es el régimen normal de abrochamiento en la época en la cual el Otro no existe.
El programa de investigación llamado abordar la clínica a partir de las psicosis ordinaria, es tratar de establecer una cierta pragmática caso por caso de cómo en un sujeto vienen a abrocharse las consistencias de lo real, simbólico, imaginario, como el sujeto viene a interpretar los acontecimientos del cuerpo que le llegan, como sitúa la fuga del sentido, como hace con la dispersión de lo imaginario en la desmembración fundamental, como trata de recurrir entonces a normas más o menos establecidas para apoyarse en la construcción de algo.
Precisamente comentar esto es crucial para lo que es también la orientación de la cura. En Antib había estas tres categorías: neocomprensión, neodesencadenamientos, y neotransferencia.
La neocomprensión era pasar de lo que era la oposición digamos, conversión histérica, e hipocondría, pasar a una concepción más global del acontecimiento del cuerpo para dar cuenta de lo que pasaba en la zona clínica que nos interesa, como un sujeto se relaciona con un cuerpo que no es armado por un síntoma centrado en el amor al padre.
El neodesencadenamiento era ver que al mismo tiempo como conservar fenómenos de desencadenamientos claros, y fenómenos más flojos, más de una cierta continuidad en el cual el desencadenamiento parece más difícil a establecer, con una perspectiva que parece que desde siempre fue así, y cómo considerar estas dos perspectivas al mismo tiempo. La proposición fue el desenganche, de ver que fenómenos que eran más bien cambios, que no se pueden exactamente llamar desencadenamientos, si uno no entra inmediatamente en un fenómeno tipo construcción y casi inmediata de un delirio, como en las psicosis agudas, en el cual en un cielo sereno de un día al otro podemos pasar de una ruptura y la construcción de algo muy sorprendente, mientras que fenómenos de desenganche pueden al mismo tiempo mantener y hacer compatibles una perspectiva de discontinuidad y una cierta perspectiva de continuidad.
Y la neotransferencia era precisamente lo que es crucial como interpretar ese lazo muy particular que nos permite ordenar una dirección de la cura, porque al final en última instancia de lo que se trata es cuál es la dirección de la cura en un sujeto que viene en los grandes delirios, la dirección de la cura trata de evitar el delirio como tal.
El modelo era Schreber, al inicio teníamos millones de almas examinadas y con la evolución del delirio se reduce a un número limitado, una estructura bastante clara que viene a repetirse y que ubica al sujeto en una relación asintótica con el encuentro con su Otro, esto daba una dirección.
Cuando no tenemos precisamente esta producción tan importante, qué hacer?. La idea era más bien esto que efectivamente en Conferencias sobre “La interpretación en las psicosis”, la idea era más bien centrarse en el acontecimiento del cuerpo como el momento de abrochamiento, el punto en el cual se pueden anudar para un sujeto las consistencias del RSI, considerando el fenómeno y la manera pragmática con la cual el sujeto hace con este surgimiento de algo inédito que no se puede interpretar con el discurso constituido, algo que surge en su cuerpo. Y toma de esto más bien como una posibilidad de construcción no tanto del delirio sino del abrochamiento.
Y en este sentido la orientación de la cura consiste más bien en privilegiar el capitón, la escansión, las rupturas para evitar a un sujeto la construcción de un delirio, para que esto se mantenga al nivel de estos fenómenos que aparecen como pedazos de real, sin que haya necesidad para arrojarles en el discurso general en la lengua común, sin que haya necesidad de constituir una enorme construcción delirante que corta el sujeto del discurso común, que sólo le permite recuperar después de un largo recorrido.
El delirio es una curación, como decía Freud, en las psicosis extraordinarias. Cuando hay estas construcciones impresionantes, hacer que el sujeto tenga un recorrido que le puede llevar años, que se pueden contar en decenas, mientras que sí se puede evitar esta misma construcción con esta puntuación sobre estos momentos, estos surgimientos erráticos de lo real, ahorramos al sujeto un trabajo y es esto que la orientación a partir de la psicosis ordinaria nos lleva a considerar y a investigar como en la práctica misma podemos considerar que obtenemos estos efectos, como se mantiene, etc., esta investigación va a hacer efectivamente creo en el contexto nuevo que he descrito, es decir, un discurso de la clínica en general sin la concepción de trastornos de la personalidad, y tiene muchas consecuencias, incluso por ejemplo, los fanáticos de la evaluación dentro incluso la franja dentro de la IPA que se dedica a elaborar programas sofisticados de evaluación según los criterios psicoanalíticos y no sobre los otros criterios, etc.
El tipo más listo de esta orientación un tal Dru Westil (por fonética), hace poco envió un mail a gente de su orientación estaba diciendo que consideraba que ahora era imposible interesar a cualquier persona dentro del Instituto Mental americano, era imposible interesar a un tipo allí en financiar un programa de evaluación de la eficacia de las terapias a largo plazo, que yo decía que ya no tienen el dinero para hacerlo a corto plazo entonces financiar los organismos fundamentales esto era imposible.
Y entonces consideraba que la única solución era para el psicoanálisis era empezar a reunir fondos privados para financiar estudios de esta índole, y concluía su mail diciendo que la única carrera de las asociaciones de psicoanálisis en el mundo debería hacer esto, reunir fondos privados para financiar estudios a largo plazo, sino decía, las asociaciones analíticas no tendrán más miembro en el 2030.
Nuestro programa es exactamente al revés. En un contexto así, rechazar de manera decisiva y explicar por qué la evaluación y la perspectiva de la evaluación es una perspectiva completamente errónea con la cual no hay que negociar, hay que denunciar esta perspectiva como es un management de las sociedades desarrolladas, inventado por la angustia del discurso del amo, es una respuesta que no va a durar. Tenemos esto que nuestra respuesta es exactamente esta, va a durar un cierto tiempo, y después el retorno de los efectos de lo real van a aceptar que esta perspectiva va a aparecer por lo que es: un sueño. Un sueño cientificista que surgió al inicio del Siglo XXI y que después con las catástrofes que hay, hay incapacidad de tratar lo real efectivo desde los Estados Unidos, por Europa, Turquía, se puede enumerar un número de cosas que surgen como problemas de síntomas, no son en sí un horizonte, digamos no son en sí una manifestación de lo real místico, son síntomas de la incapacidad de este sueño cientificista al tratar los problemas, esto a nivel del Otro, de la inconsistencia del Otro, pero también de la clínica uno por uno, que estos sueños de tener esta repartición de la patología y su abordaje por el discurso que están elaborando de esta evaluación, va a tener conflictos enormes, inconsistencia, hechos que se producen tipo distribución masiva de todos los cóctel de medicación de manera ahora muy temprana, hay que recordar que la bipolar más joven del mundo es una texana de dos años y medio (risas), y que con la madre obtuvo por juicio hacia su psiquiatra, de hacer reconocer a su hija como bipolar, y obtener de parte del juez la medicación, como abandono, en nombre de los derechos humanos por supuesto.
Recuerdo que hay alguien, un antropólogo canadiense, era una argentino radicado en Canadá, hizo su pasantía en el Borda, y concluyó que los lacanianos utilizan diagnosticar más como psicóticos que como depresivos, entonces distribuían más los psiquiatras orientados por la medicina, antipsicóticos que antidepresivos, y entonces producían en los sujetos parálisis, discinesias. Pero un año después empiezan a salir los estudios contra los antidepresivos en el cual se veía la lista del número de suicidios que permitían los antidepresivos, con el efecto de desinhibición producido el sujeto pasaba al acto. Entonces ahora en las cajitas de los antidepresivos, la medicación puede empujar al suicidio.
Entonces vemos el cuento cientificista de encontrar la felicidad, o encontrar la buena manera de hacer con este real manteniéndose en el sueño cientificista, vemos como se topa con una serie de cosas. Entonces nuestra orientación es precisamente en esta nueva época, seguir con el programa de investigación de cómo hacer con esta perspectiva del funcionamiento del S1 sólo, y de cómo sin el apoyo de la interpretación con el S2 que muestra el manejo de la interpretación que teníamos antes de esta perspectiva, más que con esto poder orientarnos en un campo que va a cambiar, que se le nota, que se destruye, que es un campo de una investigación efectiva.

Leonardo Gorostiza: Muchas gracias Eric, por este claro el panorama, este programa de investigación para seguir adelante.
Le pido a la secretaria si puede traer los micrófonos volantes. No hay micrófonos volantes. (Se explica que por la acústica del salón se supone que podría hablarse sin micrófonos).
Mientras tanto hago una información administrativa. Quería decirle a los participantes del ICBA que esta Conferencia por supuesto, acredita horas para el Cursus regular.
Además los participantes que concurran a las Jornadas Anuales de la EOL que es el próximo fin de semana van a acreditar ocho horas. Digo esto para que no haya ningún tipo de inconveniente luego si alguno de ustedes no firma la lista que tiene la secretaria. Quienes quieran acreditar las ocho horas cuando se van firman en esa lista.
Les pido a los colegas que están en las primeras filas que se acerquen al micrófono, mucho de ellos trabajan en las unidades clínicas, Daniel Millas ya tiene una pregunta.
A partir de esta indicación tan clara de parte de Eric acerca del modo de intervención en las psicosis que apuntaría a situar el punto de abrochamiento del sujeto después de localizar su punto de capitón, su corte, y hacer de eso un acontecimiento del cuerpo, localizar eso; y evitar el desarrollo y la construcción de un delirio, la pregunta que a mí me suscitaba es la siguiente, en cierto modo coincide esa orientación en la cura con la cura de la neurosis, tal como la pensamos ahora más allá del Edipo, porque sería la indicación que ha hecho Jacques Alain Miller hace unos años, es decir, apuntar a que el sujeto se reencuentre con aquellos significantes primordiales donde se ha abrochado su goce, y a partir de los cuales en la neurosis ha organizado su delirio edípico, en la orientación de la cura en la neurosis desde esta perspectiva también apunta a evitar el desarrollo del delirio edípico. Es cierto que contamos con que está el Nombre del Padre en la estructura, si pensamos esto desde esa perspectiva, lo cual creo que variaría en la modalidad de la intervención.
Me parece entender que la lógica es la misma porque es aislar el S1 en su relación con un goce y evitar la expansión del S2 que sería la forma del delirio también neurótico.

Daniel Millas: Un comentario. En principio me parecía muy importante esta aclaración que hace Eric respecto de las psicosis ordinarias como un programa de investigación y no como una categoría necesariamente que habría que circunscribir a determinadas características fenoménicas.
Y respecto del neodesencadenamiento pensaba esta cuestión de cómo hacer compatible una perspectiva discontinua con una continuidad, como hacer compatible estos dos elementos.
Si uno lo piensa a nivel de lo que es efectivamente la clínica, uno ve casos donde la discontinuidad se produce a partir de un desenganche con las normas o con el S1, con determinados fenómenos a nivel del cuerpo particulares, y lo que ve luego es que no existe como en los desencadenamientos clásicos una ruptura absoluta, una catástrofe así absoluta en la relación con el sentido y el S1 anterior y la construcción de uno nuevo, sino que se mantiene o se retoma esa relación anterior con el S1 y con las normas de eso.
Ahora, lo que uno verifica también es que esa relación anterior con el S1 y con las normas era débil, se decía, de manera que la cuestión que se abre es, estamos en una depreciación de las psicosis extraordinarias, pregunta. Lo digo por lo siguiente, uno encuentra que la elaboración delirante es a veces, o es siempre una autoelaboración, entonces veía bien lo que puede ser una perspectiva de no empujar al delirio a un sujeto que tiene una relación más bien débil con el sentido y construir uno nuevo, podría ser un factor de desencadenamiento pero que son sujetos donde hay un empuje a la elaboración delirante cuando se ha producido un desenganche absoluto con el S1 anterior.
Bueno, eran estas reflexiones que quería intercambiar un poco.

Eric Laurent: Las dos preguntas me parecen muy interesantes en lo que es un programa de investigación, una conversación en común sobre exactamente qué estamos diciendo, cuales son las consecuencias pragmáticas efectivas sobre lo que es la dirección de la cura.
Lo que hay que evitar, creo en nuestro ámbito, la enfermedad fundamental, es tener que elaborar nosotros mismos un delirio teórico que no tiene ningún enganche sobre cualquier cosa que sea pragmática de producir, sabemos muy bien hacer esto (risas), con lo cual tejimos significantes que parecen describir un mundo ideal sin que se pueda, en un momento determinado, si uno dice así o asá, cuál es exactamente las consecuencias sobre la dirección de la cura, perspectiva general, se terminó.
Efectivamente lo que dijiste es crucial pensar que a partir del reordenamiento de la psicosis, a partir de las perspectivas de la última enseñanza de Lacan, como dijo Jacques Alain implica si seguimos las indicaciones de Lacan, implica retomar la perspectiva de la neurosis a partir de las psicosis, y no la psicosis a partir de la neurosis, y entonces la neurosis como caso particular de las psicosis generalizada. Caso particular porque el Nombre del Padre funciona, y con el discurso establecido hay una conversación sobre lo que es el Nombre del Padre desde tres mil quinientos años, y se toma la referencia de Moisés. Entonces tenemos un discurso efectivamente sobre el cual se puede apoyar las variaciones. Pero cuando decimos que la diferencia que sigue la orientación a partir de las psicosis y la neurosis, es que en la neurosis uno no puede evitar, o tratar de evitar al sujeto su delirio edípico, el problema es cómo extraerlo.
Es verdad que concebida entonces la cura desde el punto de vista del sujeto neurótico, es como remitirlo esto efectivamente con cierta concurrencia con lo que dijiste, obtener la producción de los S1 sin que sean remitidos dentro de la inscripción del discurso o del delirio sobre el Nombre del Padre, o las fórmulas de Lacan del Seminario de “El Sinthome”, como liberarnos de la eternidad, de la eternidad del amor del padre, para remitir el sujeto a la contingencia de lo que fueron los encuentros o del goce que siempre marcaron, traumatizaron su cuerpo, y que quedan como sin un horizonte, pedazos de real insuperables. Y esto puede ser un horizonte incluso es una herramienta muy profunda para orientarnos dentro de la experiencia del Pase.
Como se puede escuchar más allá, y eso es la indicación que obra en el curso de este año, Jacques Alain empezó hace dos semanas, y empezó por la lectura del último texto de los otros escritos que es “La introducción a la Edición Inglesa” que no tiene nada que ver con los ingleses, con un prefacio, es un texto de importancia que Jacques Alain eligió poner al final de los otros escritos, y empieza por un comentario de esto, que es un texto muy condensado, bastante enigmático y radical, e hizo referencia al hecho de la importancia de este texto para la experiencia, lo que le interesó a Lacan, la experiencia del Pase en este momento, y creo que esta perspectiva del S1 sólo, tiene consecuencias efectivamente en el manejo de la transferencia en las neurosis, en lo que es la salida de la cura, y dentro también del abordaje de lo que queda como restos al final de un análisis con el instrumento de investigación que tenemos que es la experiencia del Pase.
Algo ahora sobre las psicosis, las consecuencias entonces de las psicosis ordinarias, y si como no perder lo que ya conocemos desde el punto de vista de las psicosis extraordinarias.
Cuando ya se decía cómo articular las dos perspectivas, porque si una vez que el delirio está construyéndose, que el sujeto tiene este recurso, de construcción, o que puede ser modesta, pero esta perspectiva alentarlo a construir algo, si esto está invalidado o no como perspectiva.
Creo que precisamente va con este otro aspecto del desencadenamiento, o desenganche, la doble perspectiva. Por ejemplo, si tenemos el ejemplo de un niño de diez años que empieza a desarrollar un delirio de persecución en el cual en la escuela sus compañeros le miran, empieza por fobia escolar –entre comillas- la fobia escolar uno descubre que al salir del colegio tiene la idea de que todas las cámaras que están en las calles lo miran a él, que lo miran a él porque él sabe algo sobre el destino de las almas después de la muerte, y la cosa se extiende.
Vemos el delirio constituyéndose en una parafrenia, o una esquizofrenia paranoide en un joven de diez años.
Una cosa es pensar una perspectiva, es decir que el sujeto empezó su construcción delirante, vamos a ayudarlo, se escuchan las construcciones, se trata de orientarlo en esta construcción, y entonces uno puede obtener que en la adolescencia, quince o dieciséis años, el sujeto tenga un delirio perfectamente concebido con las ventajas y desventajas, es decir, el sujeto producido se separa de los discursos establecidos de una manera radical, tiene que inventar una significación personal a través de todo esto en la cual puede desembocar en un artista que produce una instalación sobre las cámaras, algo así o no, es un camino muy singular.
Si obtenemos que viendo esto podemos en lugar de seguirlo en esta construcción, tratar de aislar los fenómenos persecutorios a nivel de la mirada, remitirlo siempre en este punto, obtener los efectos también de manifestación a nivel de las voces, si podemos mantener esto tratando de desalentar la consistencia del delirio en este estado de desarrollo, más bien desalentar esto y remitirlo a una única consistencia, de los acontecimientos del cuerpo.
He visto en casos así, una serie de casos similares, se evitó la construcción, el joven vino, siguió dos años con su terapeuta, después dejó, y probablemente lo veremos más tarde, en la adolescencia, cuando tendrá que enfrentar los problemas de la adolescencia, probablemente tendremos una nueva edición, pero sin la construcción del delirio que quedará por hacer, que va a permitir al sujeto quedarse más o menos incluido en un tipo de norma, va a insertarse en el grupo gótico de la escuela, el nido allí de paranoides del lugar (risas), más o menos en el panorama nadie va a darse cuenta.
Incluso los psiquiatras, no sé aquí, pero la tendencia en Francia es considerar que un niño no es alucinado, que no son las mismas alucinaciones que en el adulto, que cambia con la dinámica de la infancia. Para qué preocuparse demasiado con esto, y no aceptar esto como un eje de trabajo, consideran que es demasiado peligroso darle consistencia a esto. Entiendo por qué, es porque en la perspectiva clínica que tiene es ver esta construcción tan enorme, ahí está el sujeto, no permite su rehabilitación, su inserción.
La banalización y desconocimiento de la psicosis como tal permite al clínico desangustiarse en cierto nivel, no enfrentar esto como un problema. Pero al revés pienso que es interesante al mismo tiempo tener la idea de tenemos que sostener, tratar de convencer a otros que nuestro grupo de discusión entre nosotros, incluir a otras personas en la conversación en la cual el interés de reconocer la existencia de la alucinación, que no existe en el DSM.
El DSM en la clínica de la infancia hay sólo los trastornos masivos del desarrollo, con la vertiente austística, hay muy poca cosa, y todo esto cae debajo de los trastornos de la atención que permiten incluir todos los fenómenos alucinatorios como dispersión imaginaria, no se puede concentrar en un tema, escucha voces, se siente perseguido, todo esto, porque es la atención.
Evitar esa perspectiva y también tratar de mantenerlo en esta norma y utilizar el hecho de que en nuestro mundo tal como es, las normas están suficientemente aflojadas para que un sujeto extraño pueda entrar al panorama también, hay que utilizar el juego con esto también, no hay solamente que quejarse que tenemos más fenómenos psicóticos porque los sujetos son abandonados a sí mismos. Pero el revés de la moneda es que también podemos incluir en estas normas fluctuantes de la época del Otro que no existe, los sujetos pueden incluirse de una manera, sentirse en una zona de discurso común, es la época del Otro que existía, Lacan decía al final de su tesis, el tratamiento de un paranoico es hacerlo entrar en la iglesia o el en ejército, era la época del fin de Buñuel, en el cual se veía exactamente esto, el tratamiento de una paranoia de tipo monje de orden católico. La idea de Buñuel fue sacada directamente de conversaciones de Lacan.
Creo que siguen existiendo los monjes, se reinventan, entonces probablemente fluye un cierto número de paranoicos que se curan allí, pero también con las normas aflojadas podemos también insertar un sujeto en el discurso común a partir de normas extrañas y utilizarlas.

Leonardo Gorostiza: Hay tres intervenciones de la sala en este orden: Ernesto Derezensky, luego Vera Gorali y luego Marita Manzotti.

Ernesto Derezensky: Me llamó mucho la atención el pronóstico respecto de la desaparición del trastorno de personalidades en el futuro DSM, teniendo en cuenta que esa categoría hoy estructura, organiza el DSM-IV y también anteriormente el DSM-III. Quería si usted puede decir algo más respecto de ese pronóstico, de esa desaparición.
En Argentina hay una categoría que son los trastornos bipolares. El trastorno bipolar hace desaparecer la oposición entre neurosis y psicosis, se puede tener un trastorno bipolar y ser un psicótico o ser un neurótico.
Existen también, por lo menos en Buenos Aires, asociaciones de pacientes con el trastorno bipolar, y hay muchos sujetos que se reconocen bajo ese significante.
En una de las presentaciones de enfermo en una unidad del Borda, hay muchos pacientes que comienzan diciendo ‘soy bipolar’. Ese significante tiene tanto peso que en la Revista Noticias, hay una nota diciendo que la esposa del presidente Kirchner sería un paciente bipolar (risas).
Entonces qué conversación entre la categoría de psicosis ordinaria y el trastorno bipolar?.

Vera Gorali: Me preguntaba cómo hacer en la práctica privada con los pacientes que de alguna manera apelan inmediatamente a la multimedicación o a instituciones. Entonces un poco nos dejan sin elementos y respuestas por el momento.
La segunda cuestión es algo que me interesa porque es una referencia que yo tomo desde su Conferencia sobre “Usos actuales de la clínica”, y al final de las Conferencias, hizo mención justamente al amor al significantes por el sentido que conlleva a la eternidad como la posibilidad del lazo.
Quería preguntar la diferencia entre el amor al padre que hace lazo, y el amor al significante como eternidad.

Marita Manzotti: En relación a la locura en el niño las escuelas ubican rápidamente el lugar el niño pequeños en salas de dos o tres años en la perspectiva de un desarrollo.
Diagnóstico de TGD con recomendación a los padres de pedir certificado de discapacidad para que sean subvencionados por el estado.

Eric Laurent: Había una distancia, había un tabú, el tabú cayó, ese es todo el mundo que conocemos, el mundo de las normas, de la fluctuación de las normas, no es algo del otro mundo. Vemos esto como hace diez años se consideraba que dar cinco medicaciones a un niño que van a influir en las consecuencias del desarrollo corporal, la estatura corporal, el niño va a ser más bajo si tiene anfetaminas, tiene consecuencias sobre la apariencia. Entonces el tabú cayó.
Y efectivamente ahora digamos si el estado está ahora con ayuda de este hecho de que el tabú cayó porque la protección de la infancia ahora –que era una función estatal- cae ante la amenaza de los adolescentes, fenómenos de violencia, fenómenos por el mundo entero. Es más, cuando el país pasa por dificultades económicas muy fuertes, pero cuál es el país del mundo en el cual no hay dificultades económicas, son de otra manera, pero cuando se ve el país más rico del mundo, con las calles de San Francisco llenas, en donde no hay efectivamente estas tensiones. El estado ahora amenazado no solamente por su deuda exterior sino en el interior por las violencias distintas, quienes reaccionan con la construcción de un panopticón de vigilancia.
El panopticón de vigilancia es el diagnóstico precoz, y entonces se compra la relación con el ciudadano, se negocia, los niños pasan bajo observación desde un año, dos años, pero a cambio se le da el tratamiento psicológico conductista gratuito de veinte sesiones.
En otros países vemos la modificación de las leyes para permitir esto, que es la construcción del panóptico del discurso contemporáneo, discurso que sea de orientación de izquierda, de derecha, etc., cuenta poco este nivel. Se habla más de prevención, de sanción y vigilancia, pero la construcción de panóptico sigue igual.
Y en esto tenemos que incluirnos, sí aquí su diagnóstico más popular es el TGD, en París es el trastorno de atención, el THT que es en el hospital de niños el más importante de la ciudad, entra un niño, sale con el THT, y ahí está la prescripción, y dirige a los padres a un tratamiento.
Vemos las modificaciones del discurso y de las normas, considerando la infancia estamos en esta misma modificación, entonces tenemos que incluirnos en la conversación sobre esto, porque produce reacciones.
Los profesores de escuela que no pueden más, que tienen niños que se le van de la clase por todas partes, que no pueden sentarse, que están con una violencia brutal, por supuesto están a favor de esto, y no hay que considerar que son malas personas.
El discurso humanitario tipo a la Doltó, qué podía hacer en los años ’80, decir, usted quiere deshumanizar a estos niños, hay que respetarlos, darles un lugar, tratar de negociar con ellos, todo este discurso humanitario que era posible en otra época no lo es más, no se escucha esto.
Es otro desplazamiento y tenemos que precisamente considerar la angustia de estos profesores y tratar de hablar con ellos, y es el interés de dispositivos tipo departamentos, no es que no estamos haciendo nada, estamos tratando de reincluirnos en las conversaciones para tratar esta angustia que es un toque de lo real.
Y no hay que cometer el error por ejemplo, el gobierno socialista en Francia que dio recepciones en el 2002, porque nuestro primer ministro iba por la calle diciendo que no es que hay una inseguridad que angustia a la gente, sólo hay un sentimiento de inseguridad (risas).
Entonces se puede curar el sentimiento de inseguridad con el discurso de las luces, no, no fue el caso. El problema de enfrentamiento efectivamente de los profesores con los niños no es que tienen un sentimiento de inseguridad, la tienen; pero necesitamos entrar en la perspectiva que es la sanción, el panopticón, casillas en el cual se determina el futuro de los niños a los dos o tres años.
En Francia por ejemplo hubo protestas contra la nueva ley que tenía que saliera hace quince días sobre prevención de la infancia, hubo una protesta de los profesionales que se organizó, y entonces sacaron la nueva ley de represión de la delincuencia juvenil en la cual se modifica todo régimen de prevención de la infancia, se sacó la vertiente psiquiátrica.
En esto los analistas, los psiquiatras de la orientación lacaniana, cubrieron alianzas, entraron en una negociación, pudieron alejarse de los universitarios que eran más a favor de la prescripción científica, y denunciando las consecuencias del sueño cientificista en esta perspectiva, sin pensar que efectivamente los niños son más peligrosos ahora que lo eran diez años antes. Y que no hay que banalizar y minimizar de que todo sigue igual, no.
Este mismo equipo en la mezcla en el cual realismo sobre esto, pero elaboración y un discurso tal y una discusión, y creo que el grupo de psiquiatría y psicoanálisis en el ICBA tiene que tomar contacto con gente, no hay que elaborar discursos en nuestro rincón lacaniano en el cuál se pasa ‘has leído la última orientación, el S1 sólo’ (risas), ‘con esto ya, si entiendes bien el S1 sólo todo se aclara’. No. Nada se aclara, es sólo una herramienta para entrar en la construcción común y pensar los fenómenos que nos acogen y la distribución de lo real que está apremiante. Y hay que entrar en una conversación común sobre esto.
De la misma manera el bipolar. El bipolar es como la depresión. Es un excelente significante. Probablemente es un genio del marketing el que lo inventó, piensan en términos de marketing. Se sabe que los grandes laboratorios farmacéuticos tienen ahora departamentos de marketing enormes, en el cual tratan de ver los efectos de los significantes que es el marketing. Es decir, tratan de medir esto, si le gusta la época. Lo bipolar, la bipolaridad, un mundo bipolar.
Después del derrumbe del Muro de Berlín en el ’89, se hizo popular el fin del mundo bipolar. Y entonces la bipolaridad, está la multipolaridad, está por todas partes, al nivel del Gran Otro. Y entonces la gente se siente bipolar (risas), es algo que circula. Ahora, no sabía que la esposa del presidente era bipolar (risas). Pero en Francia también un gran periodista hizo un libro sobre el presidente que va a jubilarse, Chirac, y que describe de manera un poco cínica lo que fue la carrera política de Chirac, y da la opinión que los candidatos que tenemos para presidencia Nicolás X y Dominique X, que los dos son bipolares (risas). Y creo que cual sea el resultado de las elecciones vamos a ser dirigidos por un bipolar. Eso es el estado del mundo. Y al final, durante la segunda guerra mundial, Inglaterra fue dirigida por un verdadero bipolar, Churchill era medicado con los recursos de la época, pero cuando tenía el bajón, tenía el bajón (risas); cuando estaba excitado todo el mundo tratando de evitar que produzca una catástrofe en las entrevistas. Y el tipo al final dirigió la guerra.
Es por razones profundas que pasa esto. Y tenemos que hacer con los significantes que tienen éxito, depresión, bipolar inclusive. Usted es un bipolar pero con la consistencia del RSI, el nudo particular que usted tiene, entonces usted es un bipolar muy especial (risas).
Digamos, no hay que luchar a nivel de las categorías, vamos a perder. El problema no es convencer digamos, cuando decía si hay bromas esto de que hay sujetos que dicen ‘soy un psicótico ordinario’, ya lo pasamos, pero más allá de esto el problema no es convencer la gran industria de nuestras civilizaciones de utilizar nuestros significantes. Ellos producen sus propios significantes, tienen una industria de fabricaciones. Pero tenemos que utilizar estos significantes para más bien pasar al nivel de lo particular, o de lo singular. Y eso es un recurso muy potente.
Entonces los recursos es cuando alguien viene, no es que no tenemos recursos, se escucha al sujeto, se ve que está en un estado agudo, hay que internarlo se lo interna, y al poco tiempo otra vez está libre. Dos meses, quince días, y después, hay cincuenta años, el sujeto se interna sin tomar la medicación que ha tomado durante un cierto tiempo, y va a ver al analista, con la medicación primero, después de esperar el desarrollo más o menos se espera un momento en el cual se le puede construir como se dice, una ventana de oportunidad para quitar la medicación, después de un cierto tiempo se ve si el sujeto puede manejarse así, etc.
Y en la consulta privada podemos acoger mucho tipo de patologías, pero con la idea hay que utilizar todos los otros recursos que existen, la medicación, la internación, tener una conversación con médicos psiquiatras que pueden entender distintos aspectos de la trayectoria subjetiva del sujeto.
Así que nuestro programa de investigación es un recurso fuerte, no sólo para nosotros sino para la comunidad en general.
Es la utilidad pública de nuestro programa de investigación, y esto me parece que se puede sostener, que tiene efectivamente, en la atmósfera discursiva en la cual vivimos, realmente es de un interés de actividad pública.

http://elpsicoanalistalector.blogspot.com/2007/09/eric-laurent-las-psicosis-ordinarias.html

segunda-feira, 30 de janeiro de 2012

Algo más sobre Lacán y el seminario 10

por Ignacio Andres Cercone





Resum
El trabajo parte del detalle de los párpados de Buda del capítulo XVI del Seminario X, La angustia, de J.Lacan para aclarar una diferencia entre las ediciones castellana y francesa y la italiana, a cargo de A.Di Ciaccia. Mientras que en las dos primeras la imagen de la estatua es la del Gran Buda; en la italiana, la imagen es la de la estatua los dos budas, la más venerada de una monasterio de mujeres de Chuguji en Nara.  La pátina del tiempo, el incieso, los masajes de las monjas para secar las lágrimas de la estatua transforman a la estatua haciendo resaltar sus párpados, donde parece que debajo hay un ojo. Esta imagen se aproxima a lo que Lacan destaca de los párpados sin obviar -como indica Lacan- que las representaciones de buda son "lo Uno y lo múltiple, sin oposición".

Paraules clau
Los dos budas, El gran buda, La Angustia, Seminario X, los párpados

Introducción
El interés para realizar este trabajo de investigación surge del comentario hecho por Jean-Louis Gault en el Seminario del Campo Freudiano de Barcelona, el 20 de octubre de 2007, cuando al referirse a "los parpados de buda" señaló la existencia de dos imágenes distintas de buda, en las diferentes ediciones del Seminario X de Lacan, indicando que la edición en italiano a cargo de Antonio Di Ciaccia contiene la imagen a la que Lacan hace referencia en el Capitulo XVI de su Seminario.
En el Seminario sobre La Angustia en su edición en francés como en español aparece la imagen de "El Gran Buda" al contrario de la edición en italiano donde la imagen es la de "Nyoirin Kannon" teniendo aquí "los dos budas". ¿Cuál de estos dos budas es al que Lacan hace referencia?
El psicoanálisis en Japón
Los grandes cambios sociales de Japón durante el siglo pasado dieron lugar a la introducción del discurso psiquiátrico alemán de Emil Krapelein (1856-1926) en las Universidades con el concepto de enfermedad del alma y la expresión melancolía de un nihilismo individual en la familia japonesa.
A principios del siglo XX la entrada de la psiquiatría dinámica abrió la puerta al psicoanálisis y Kenji Otsuki (1891-1952), hombre de letras y traductor de literatura alemana, fue el primero en mencionar el nombre de Sigmund Freud (1856-1939) en Japón. En 1928 junto con Yoshihida Kubo (1883-1942), Profesor de Psicología en la Universidad, creó en Tokio el primer Instituto Psicoanalítico Japonés que se afiliaría a la International Psicoanalítica Asociación (IPA) en 1923.
El psiquiatra Kiyoyasu Marui (1886-1953), quien fue designado Profesor de la Universidad de Tohuku de Sendai en 1919, implantó el freudismo en el discurso universitario de la época. En mayo de 1930 Yaekichi Yabe visitó a Freud en Viena donde conoció el interés del maestro del psicoanálisis por la colección de objetos entre los que se encontraban piezas chinas y asiáticas como un guerrero barbado, una cabeza de Badhisattun, un camello, una mampara de mesa, dos budas, pequeños dragones y muchas otras piezas.
Posteriormente el psiquiatra Heisaku Kosawa (1987-1968) viajó a Viena, para iniciar un análisis de un año con Freud y formarse como analista, a su regreso a Japón formó en 1933 un grupo de estudio que después se afilió a la IPA. Kosawa hizo escuela en su país, acercando el diálogo de Oriente con Occidente y la tradición budista con la judeocristiana, postulando el complejo de Ajás en relación alcomplejo de Edipo pero revisado según la tradición budista.
Así surge la diferencia de la familia japonesa donde la pertenencia al clan prevalece sobre la identidad individual. De allí la dependencia culpable o aman del hombre japonés respecto a la madre (complejo de Ajás).
En 1955 se formó en Tokio la Nippon Seishina Kyokai (Sociedad Japonesa de Psicoanálisis) con el acuerdo de Anna Freud (1879-1958) y Ernest Jones (1879-1958). Paralelamente a ésta se creó la Asociación Psicoanalítica Japonesa no afiliada a la IPA dando lugar a todas las tendencias de la psiquiatría dinámica.
Tagatsuku Sasaki, un joven filosofo japonés, comenzó a interesarse por la obra de Jacques Lacan (1901-1981) y en 1969 emprendió la traducción de los Escritos terminando la primera parte en 1971 fecha que coincide con la segunda visita de Lacan a Japón.
Lacan estaba fascinado por Japón, lugar donde había descubierto con admiración y sorpresa las grandes obras de la estatuaria budista en los templos de Kyoto y Nara.
Lacan oriental
Lacan aprendió el chino, durante la ocupación, en la Escuela de Lenguas Orientales debido a su gran interés por la cultura y la escritura china. Así mismo María Antonieta Macciochi motivó el interés de Lacan por "la China de Oriente rojo" con su libro titulado Chine que fue un referente para los intelectuales franceses de la época.
El maestro del psicoanálisis estaba igualmente fascinado por Japón, lugar al que viajó en dos ocasiones, en su primer viaje descubrió maravillado los templos de Kyoto y Nara. En este mismo año Lacan dictaba su Seminario de La Angustia y al regreso de su viaje el 8 de mayo de 1963 decía a sus alumnos: "Como algunos saben, vuelvo de un viaje que me ha aportado algunas experiencias, y también lo esencial - en todo caso, la proximidad, la visión, el encuentro con algunas de esas obras sin las cuales el estudio más atento de los textos, de la letra, de la doctrina, en particular en este caso la del budismo, no puede sino permanecer como algo seco, incompleto, sin vida"1.
Seducido por los ceremoniales del té, por los rituales silenciosos y por los gestos simbólicos de una teatralidad infinita donde el arte de amar, de morir y de gozar alcanzaba a sus ojos la forma más cumplida de un nihilismo.
En 1971 (el 21 de abril) Lacan regresa a Japón en un viaje de estudios para un seminario que preparaba y al mismo tiempo se presentaba la primera parte de la traducción de sus Escritos. A su regreso se sintió con el deber de definir la "cosa japonesa" (aman), término con el que traducía un modo especifico de goce que atribuía al "sujeto japonés" por el hecho de la existencia de un funcionamiento caligráfico de su escritura; esa función de la letra la teorizaba bajo el nombre de litoraly la situaba entre saber y goce.
Lacan se refiere a la cuestión de la letra haciendo de la formalización y de la literatura un ejercicio superior del que el goce no estaría excluido, sino recuperado en posición de "desecho" de "objeto a".
Durante sus viajes Lacan adquirió piezas raras y antiguas, como hacía en cada lugar que visitaba; con el tiempo había acumulado objetos artísticos, pinturas, libros y figuras que al parecer le servían para la reflexión sobre los misterios y enigmas que cada uno contenía.
Los dos budas en el Seminario X de Lacan
Durante el Seminario dictado en 1963 Lacan distribuye entre los participantes una serie de fotos indicando "he hecho a toda prisa... un pequeño montaje de tres fotos de una sola estatua, de entre las más bellas que se pueden ver en esta zona en la que abundan, todas ellas del Siglo X. Ésta se encuentra en el monasterio de mujeres, el convento de Todai-ji, en Nara"2. Al dirigirse a sus alumnos, para conocer la impresión de estos ante la belleza de la estatua, Lacan les preguntaba si con las tres fotos había conseguido trasmitirles la vibración3 que la estatua producía.
Judith Miller en su libro Album de Jacques Lacan se refiere a él como "un visitante infatigable como siempre, fotografiaba los menores detalles y nunca renunciaba a ver lo que quería, a pesar de las dificultades"4. En este libro nos muestra algunas imágenes fotográficas de la primera visita de su padre a Japón, sin embargo ninguna de estas imágenes pertenece al montaje de tres fotos mostrado por Lacan a sus alumnos, a pesar de que entre las imagen mostradas hay una del buda en Kamakura de 13 metros de altura y hecho en bronce por Ono Goremon (1252-1255).
El encuentro con estas esculturas para Lacan es un encuentro con las obras de arte aun que su función de origen sea religiosa y toma de ellas lo que puede representar la relación del sujeto con el deseo. Eric Laurent señala que "el budismo le sirve a Lacan para hablar del objeto mirada así como las experiencias talmúdicas le servirán para tematizar el objeto voz (Sofar)"5.
En el Seminario sobre La Angustia en su edición en francés como en español aparece la imagen de "El Gran Buda" al contrario de la edición en italiano donde la imagen es la de "Nyoirin Kannon" teniendo aquí "los dos budas":
El Gran Buda que se encuentra bajo el techo del mundo, tiene 15 metros de altura, ojos de un metro, pesa 500 toneladas y está hecho el 90% en bronce y un 10% en oro. La escultura que se puede ver actualmente, en el templo de Todai-Ji en Nara, es una reconstrucción que data del siglo XVI ya que fue construido originalmente en el año 751 de nuestra era y pertenece al periodo Nara; esta reconstrucción se debe a incendios, terremotos y otros desastres que dañaron la escultura.
La posición en la que se encuentra con la mano derecha levantada, significa la facultad de conceder deseos. Acompañan al Buda miles de enormes imágenes de otras deidades y reyes protectores.
Nyoirin Kannon, la que cumple los deseos de todos los seres vivientes, es una escultura realizada por Miroku Bosatsu de 133 cm de altura, en madera de alcanfor de una sola pieza y acabado policromático en laca que resalta los rasgos. A través de los tiempos se convirtió en la estatua mas venerada del monasterio de mujeres de Chuguji, Nara.
Fue especialmente venerada por los aristócratas japoneses del período Heian (794-1185) y en los antiguos templos chinos de Dunhuang aparecen representaciones de Kannon. Las estatuas de Nyoirin-kannon se hicieron por primera vez en Japón cerca del siglo ocho y son de dos tipos: las primeras tienen formas humanas normales, una cara y dos brazos, y están sentadas con la pierna derecha doblada y la pierna izquierda colgando hacia el suelo; las segundas tienen una cabeza y seis brazos y adoptan una postura característica con una rodilla levantada.
A modo de conclusión
A lo largo de la historia del psicoanálisis encontramos un gran número de referencias a las obras de arte, ya en Freud existen distintos trabajos basados en la obra de arte, el ejemplo más conocido es el estudio sobre "El Moisés de Miguel Anguel de la iglesia de San Pietro in Vincoli" al que Freud se refiere en una carta, dirigida a Edoardo Weiss el 12 de abril de 1933, diciendo "Día tras día, durante tres solitarias semanas de septiembre de 1912, permanecí en la iglesia frente a la estatua, estudiándola, midiéndola y dibujándola, hasta que me alumbró esa comprensión que expresé en mi ensayo"6.
También en los Escritos y Seminarios de Lacan encontramos distintas referencias a las obras de arte que nos lleva a detenernos para reflexionar sobre su contenido. Así nos detenemos en la referencia de las tres imágenes fotográficas de un mismo buda presentadas por Lacan a sus alumnos en la clase, del 8 de mayo de 1973, dedicada a los párpados de buda.
Tal y como lo indica Lacan, las representaciones de buda en los templos de Nara, Japón, son "lo Uno y lo múltiple"7 al mismo tiempo indica la relación entre el Bodhisattva y Avalokiteshvara explicando el avatar histórico de este personaje y su trasformación gracias al estudio del libro El loto de la verdadera ley transcrito al chino por Kamarajiva y al francés por M. E. Bournouf en 1852.
De esta historia de la trasformación de los personajes, Lacan nos lleva a conocer la forma específicaen que se representa la imagen de la primera foto que circula entre sus alumnos y ésta es como unaNyo i Rin, Kwan non o Kwan ze non más específicamente Kwan yin o Kannon8.
La estatua de Nyoirin Kannon del escultor Miroku Bosatsu se encuentra en un monasterio femenino donde posiblemente habitaban las monjas que día tras día sometían los ojos de la estatua a masajes para secar sus lágrimas. El tiempo, el incienso contínuamente ofrecido ante la imagen y el acabado policromático de la madera le han dado una pátina oscurecida y brillante resaltando sus rasgos, en particular los párpados donde pareciera que debajo hay un ojo.
Así podríamos concluir diciendo que la imagen presentada en la edición italiana, del Seminario X de Lacan, a cargo de Antonio Di Ciaccia es la más adecuada a la referencia antes citada sin dejar de lado que la representación de buda siempre es "lo Uno y lo múltiple, sin oposición".

Notes
  1. Lacan, J. (1962-1963), El Seminario, Libro X, La Angustia, Paidós,Bs. As., 2006, p. 332
  2. Ibíd., p. 240
  3. Ibíd., p 245
  4. Miller, J. Album Jacques Lacan: Imágenes de mi padre, Paidós, Barcelona, 1991, p. 104-105
  5. Reseña de la conferencia de Eric Laurent, titulada: Lacan Oriente y la tierra baldía, Realizada en el Museo de Arte Hispanoamericano Isaac Fernández Blanco, Fundación descartes, 29/11/06
  6. Freud Sigmund, El Moisés de Miguel Ángel (1914), Obras Completas, Amorortu, Bs. As. 1997, p. 216
  7. Lacan, J. (1962-1963), El Seminario, Libro X, La Angustia, Paidós, Bs. As., 2006, p. 243
  8. Ibid., p 242

Bibliografia
  • Lacan, J. (1962-1963) Le Séminarie, Libre X, L´angossie, Seuil, París, 2004
  • El Seminario, Libro X, La Angustia, Paidós,Bs. As., 2006
  • Il Seminario, Libro X, L´angoscia, Einaudi, It., 2006
  • Miller, J. Álbum Jacques Lacan: Imágenes de mi padre, pp. 104-105, Paidós, Barcelona, 1991
  • Roudinesco E. y Plon M. Diccionario de psicoanálisis, Paidós, Bs. As., 2003
  • Freud Sigmund, El Moisés de Miguel Ángel (1914), pp. 215-242, Tomo XIII, Obras Completas, Amorortu, Bs. As. 1997
  • Colegio de San Ildefonso, Sigmund Freud Coleccionista, Turent, Madrid, 2000
  • Reseña de la conferencia de Eric Laurent, titulada: Lacan Oriente y la tierra baldía, Realizada en el Museo de Arte Hispanoamericano Isaac Fernández Blanco, Fundación descartes, 29/11/06
  • G. Gutiérrez Fernando, Summa Artis: El Arte del Japón, Vol. XXI, Espasa-Calpe, Madrid, 1967
  • Kidder J. Eduard Jr., Escultura Japonesa, pp.81-82, Argos, Barcelona 1964
  • Sherwood F. Moran, The Statue of Miroku Bosatsu of Chuguji: A detalled Study, pp. 179-203, Atribus Asiae Publishers, 1958.
  • http://www.onmarkproductions.com/html/miroku.shtml
  • http://tiotaum.blog.com.es/2007/03/24/limpiando_al_gran_buda_y_mas~1964138
  • http://moleskinearquitectonico.blogspot.com/2007/02/el-gran-buda-de-nara.html
Alejandro Velázquez Romo
Los dos budas

NODVS XXV, Juliol de 2008

domingo, 29 de janeiro de 2012

Sonria, lo estamos filmando

Por Ernesto Sinatra

http://www.cieccordoba.com.ar/lunula/leermas7.html

“…somos seres mirados por el espectáculo del mundo… ¿No hay satisfacción en el estar bajo esa mirada…, esa mirada que nos cerca, y que nos convierte en primer lugar en seres mirados, pero sin que nos lo muestren? El espectáculo del mundo, en este sentido, nos aparece como omnivoyeur. Tal la fantasía que encontramos el efecto en la perspectiva platónica, la de un ser absoluto al que se le transfiere la calidad de omnividente”.
Jacques Lacan, 19/2/64


El espectáculo del mundo ha virado su ángulo de visión; hoy se ha encarnado en un gadget privilegiado: la televisión global mira en cada hogar la forma de vida que promueve con su modo uniforme de goce, como asimismo los efectos identificatorios que produce. Por ello, tal vez valga la pena- literalmente- detenerse en esta función de la televisión, ya que muestra en la “época del Otro que no existe” (1) lo que Jacques Lacan afirmó respecto del mundo: su condición omnivoyeur, es decir, al igual que el pretendido Dios-Uno, su presencia de todo-mirada, eso que todo - y todos- mira.
El protagonista del film The Truman Show demostró la incómoda satisfacción que produce el estar bajo la mirada del Otro: él no sabía que era mirado, él creía que vivía en el mundo real; encontrándose en este mismo punto con el protagonista de otro film, Matrix, cuando despierta “al desierto de lo real”, luego de su elección de querer saber de verdad qué es lo que encubrían los semblantes del mundo.
La televisión es omnivoyeur, penetra en vuestros hogares forzando la puerta de la realidad para disfrazar cada vez más lo real: ella induce en ustedes y –sobre todo- en vuestros hijos, identificaciones, rasgos, formas de vida a los que adherirse: con solo mirarlos les impone la uniformidad de un modo de gozar. Tal vez no se ha puesto el debido énfasis en que los hijos de la televisión –y esto va más allá de los países, inclusive hasta más allá de las variantes culturales- no toman tanto de los padres, como otrora, los rasgos de identificación, sino que muchas veces los adquieren de personajes de la televisión, a partir –por ejemplo- de modos de hablar que, habitualmente, nada tienen que ver con las desinencias de las lenguas maternas de cada ciudad: responden al monolingüismo de la globalización. Uno los escucha: los niños hablan (es decir, gozan del lenguaje) según las desinencias fónicas de eso que los mira todo el día – y que ellos no quieren dejar bajo ningún concepto- que es la televisión. Ella los hace telegozar desde dibujos animados, telenovelas, series y películas ready-made en las que los guionistas se enfrentan para ver quién se destaca en ofrecer más lugares comunes, siempre de un modo convencional –es decir, adaptativo-, pero en los que nunca falta una pizca (a menudo, varias) de violencia ni de realismo sexual. Sobredosis de sexo y de violencia son introducidos por su mirada, para llegar también al segmento adolescente, intentando seducir hasta a los “rebeldes”, hijos del piercing, aquellos que marcan sus cuerpos erigiendo nuevas zonas erógenas a partir del dolor (o resaltando zonas tradicionales), exhibiendo lo que han perforado allí, en el cuerpo, donde la impotente función del semblante paterno dejó su lugar vacío.
Y de los adultos, ni hablar: todo para ver (2). La máquina de telegozar se ha metido en los hogares, especialmente, con la invención de los reality-shows, ellos dan la medida más exacta de la función de omnivoyeur de la “tele”. En ellos se muestran seres perfectamente anónimos, tanto como cualquier espectador, que solo sueña con estar ahí, del otro lado de la pantalla, siendo mirado por todos –mientras en verdad desconoce que con solo ver eso ya está siendo mirado del mismo modo que ellos; individuos cualesquiera mirados en su intimidad, mientras hacen de todo lo que saben hacer: es decir, una normalidad pletórica de nada.
Mientras el teleadicto solo mira y mira, esperando (una vez más) que el sexo explicite su goce y que la violencia estalle entre los anodinos concursantes, nada acontece, y cuando algo sucede es solo el sebo colocado para levantar a la audiencia y ganar algunos puntos del rating.
Este invento tan rentable y de bajísimo costo, usa (es decir, se abusa) de la identificación del teleadicto con el (y/o la) protagonista, pero –especialmente- del goce que produce el mirar; con un agregado: el peeping se encuentra en los reality shows autorizado para consumo masivo de jefes y jefas de hogar, sin necesidad de tener que salir de sus casas para satisfacerse: el porno show está en el dormitorio –o en el living- y ellos siguen siendo perfectamente normales, no son de esos “degenerados-que-pagan-para-ver” (como decía una mujer cualquiera defendiendo su goce televisivo).
Pero mientras el individuo queda capturado por la escena ofrecida, desconoce que también es mirado por la misma máquina de gozar, al igual que lo son los protagonistas en el show de su realidad cotidiana.
También están los talk shows, parientes cercanos de los reality shows, instrumentos de telegozar mediante el escándalo, a decir verdad, débil variante de los reality shows ya que –al menos, aparentemente- es el animador en este caso quien los mira.
Para muestra basta un botón, suele decirse, ya que hace poco tiempo tuve la suerte (la tyché, por la contingencia, por lo inesperado del encuentro) de ver uno de estos programas, un talk show con excelente rating –es decir, con muchos objetos de consumo escópico asegurado-. Había escuchado varios comentarios de ese programa sobre el protagonismo circense de sus personajes, la disparatada participación de la audiencia, la exuberancia de la animadora y –fundamentalmente- acerca de los excesos de los participantes y el histrionismo de todos. Pero debo confesar que ninguno de esos comentarios pudieron aproximarse a lo realmente acontecido aquella tarde. Al encender el televisor, ella ya estaba ahí frente a mí, mirándome mirarla, como reprochándome mis quince minutos de tardanza en telemirarla, mostrándome lo que tenía que ver. A partir de ese primer segundo quedé capturado por la máquina de gozar, como quien diría me dejé llevar hasta ser tomado como un objeto más, es decir, como un perfecto individuo, un teleadicto normal.
La escena era imponente: la animadora, con su opulencia corporal decadente, estaba entre una mujer y un hombre que peleaban, intentando juntar-separarlos. Ellos tenían un hijo del cual el hombre demandaba la tenencia, pero la mujer se la negaba, ni siquiera permitía que lo viera.
Hasta este punto, podríamos decir, se trataba de una situación normal. Pero de repente, todo cambió, pues apareció en la escena una tercera persona quien se abalanzó inmediatamente sobre el hombre y lo comenzó a golpear mientras éste (¿aparentaba?) no salía de su asombro. ¿Quién era esa mujer, ese nuevo personaje?: era –ni más ni menos- la amante de ella, de la mujer, y mientras golpeaba a ese hombre, ella daba sus razones: “Vos sos un infeliz, ni siquiera tenés donde caerte muerto, ni tenés trabajo; la que mantiene al hijo soy yo, vos no lo podés hacer porque sos un vago y un inútil”. El hombre en cuestión (nunca mejor empleado el término) se defendió, un poco, como pudo, mientras la animadora (Ibíd. paréntesis anterior) hacía como que quería separarlos –ya que, como se sabe, el rating sube cuando los cuerpos no se separan, lo que los conductores de los Talk Shows conocen perfectamente, ellos saben lo que están haciendo cuando permiten que eso pase, es decir que son corresponsales de que la obscenidad de la escena, de la imagen, capture, mire a los televidentes.
Por eso, en este caso, todo anduvo de parabienes, encaminándose hacia el paroxismo del goce escópico, cuando la dritte Persson, la amante de la mujer, poseída por su ser-pleno-en-maldad le gritó al hombre-en-cuestión “sos un tarado, que no te diste cuenta (de) que ella se hizo embarazar por vos, aunque te tenía asco”. En ese momento el hombre-en-cuestión, con la boca abierta (porque ya el maxilar se le había ablandado como efecto del espectáculo que presenciaba) se dio vuelta, miró a su (ex) mujer, mientras ella le decía, simplemente, sin alterarse: “Es cierto, siempre me diste asco”.
La tragicomedia se había desencadenado, dejando en el centro de la escena un breve silencio que hizo –por primera vez- su presentación; silencio al que nuestra animadora interrumpió prontamente, para mostrar a la televidencia el saldo de saber depositado: que todo había sido un artilugio armado entre esas dos mujeres porque querían tener un hijo, y ya que no lo podían tener entre ellas por razones biológicas, decidieron que una de ellas se prestase para que se lo hiciera el “tarado” (nombre de goce, que como ya ustedes dedujeron, propinaron al hombre-en-cuestión).
A partir de ese momento, cuando supuse que no habría ya más nada que mostrar, comenzó un alegato del personaje masculino, quién, pretendiendo contrariar el nombre-insulto que le había sido propinado, confirmó su condición de goce de múltiples maneras. El tarado no solo musitaba que no se reconocía tal, sino que pretextó haber sido engañado en su mejor fe –mientras continuaba siendo vapuleado, ahora, por las dos mujeres frente a la mirada cómplice de la animadora-.
A continuación, para rubricar definitivamente la pertinencia del nombre elegido, entró en escena un nuevo personaje: la madre del muchacho… para defenderlo, ya que el tarado, compungido, solo lloraba. La pelea verbal entre las tres mujeres no tuvo desperdicio, ni ahorró a la mirada del espectador ningún exceso, ningún detalle. Verdaderamente fue una escena pantagruélica, era un festín en el que se trataba de quién se comía a quién: el estrago generalizado se escenificaba, simplemente. Para colmo de males, luego entró en escena otro personaje, otro “hombre”: ahora el padre de ella, de la mujer, quien se oponía (aunque tímidamente, es preciso notarlo) a lo que su propia hija habría hecho, cuestionándola; mientras la dama en cuestión le rebatía de un modo tan absurdo como reñido con la más elemental lógica argumentativa, al que agitaba su brazo izquierdo repetidamente, hacia atrás y hacia adelante, dirigiéndose de ese modo a su padre, mientras lo azuzaba reprochándole: “¡Vos callate, que tampoco tenés autoridad moral para hablar, si vos también sos un borracho y un vago!”.
Si –como trataremos a continuación- la caída del padre es un signo de los tiempos, este programa empleó un acelerador de partículas para desintegrar la función paterna hasta pulverizarla.
En otro sector del escenario permanecía sola la amante, pero les aseguro que su momento de soledad no parecía importunarla, ya que se bastaba perfectamente: continuaba saltando y gritando, mientras hacía gestos de golpear al tarado a la distancia.
Allí estaban una mujer y su ex pareja, su amante, su padre, el padre de ella y la madre de él, con la animadora como ¿justo? medio.
A esta altura del espectáculo pensé, “esto no puede ser verdad”, e inmediatamente después me interrogué: “¿Acaso importa preguntarse por la veracidad del hecho –en la realidad cotidiana, sobre esas personas-? ¿O lo que solo importa es lo que se está mostrando en ese momento, en ese programa, a toda esa multitud que lo ve?, en ese momento capté que –a decir verdad- la substancia con la que se produce esta pregunta es con el gusto morboso de cada cual, ya que –como siempre- uno quiere saber acerca del goce del Otro… para desconocer el propio y sus consecuencias.
Entonces recordé lo que ya sabía, que lo verdadero y lo falso son semblantes que no cuentan en ese ámbito, y que lo único que tiene relevancia para esta máquina es producir un plus de gozar que se sintonice con el fantasma de cada individuo que mira para –entonces, en ese mismo momento- atraparlo como objeto de goce.
También se suele decir que solo lo que ocurre en la televisión existe, o su equivalente, que es verdadero. Baudrillard tomó ese aserto al pie de la letra para problematizar los hechos de la realidad, cuando escribió que la Guerra del Golfo podría no haber existido, que tan solo la habríamos visto por televisión. Pero, a diferencia de Baudrillard, puedo afirmar que el espectáculo que les he narrado –la pantomima del lazo entre hombres y mujeres a la que he asistido y que fue transmitida de ese modo, por esa conductora, en ese programa, en ese momento y por ese canal- (puedo asegurar que) sí existió.
Si la verdad, calificando a los hechos de la realidad, no alcanza para justipreciar lo que allí aconteció, no es por la sanción de falso que recaería sobre las proposiciones formuladas (ya que no importa si los protagonistas simulaban o sufrían de verdad tales humillaciones), es porque ese acontecimiento ofrecido por la mirada es goce: lo que de verdad aconteció es eso dado a ver, ofrecido como sebo del consumo para consumir al teleadicto. Y esto vale, además, para la Guerra del Golfo, más allá de los cuerpos reales caídos, cuyas imágenes fueron sustraídas en aquella ocasión.
Ahora, cambiemos de escenario. Una niña, de aproximadamente tres años, participó de un programa infantil en el cual los niños tienen un papel protagónico desenvolviéndose en temas de adultos, comportándose como si fueran adultos, y de allí es que proviene su nombre: “Agrandadytos” (nombre que incluye el del conductor del programa, Dady Brieva).
Para esa niña, sería aquel el momento soñado: el encuentro con sus ídolos televisivos (una pareja Jove, protagonistas de una telenovela con buen rating); pero ocurrió algo inesperado. Al aparecer ellos, la niña –sentada en un confortable sillón en el centro del set televisivo- los desconoció, señalándoles con una mano que se fueran, sin siquiera mirarlos.
Imagínense el desaire producido a esos ídolos de barro, su estrepitosa caída desde la pantalla por el simple berrinche de una niña. La conclusión –tan obvia como sorprendente para el conductor, los presentes en el estudio y la audiencia televisiva- fue que para esa niña no se trataba de eso: a pesar de lo que había pedido, ella no los quería allí.
¿Qué había pasado? No lo sabemos, solo podemos deducirlo: la presencia del Ideal, en la realidad del estudio, habría desajustado la imagen fijada que hacía gozar a dicha niña frente a la pantalla de la TV. Se desprende que la satisfacción obtenida en la primera escena no era trasladable a la otra: la realidad ofrecida en el espacio del set televisivo se hallaba desajustada respecto de lo real del goce de la mirada obtenido en el espacio hogareño.
Pero volviendo al estudio, la situación se puso aún más tensa: confrontada por el conductor con su inesperada respuesta y ante su insistencia para que los reconociera como eso que quería y que –además- había pedido especialmente, ella les dijo lo siguiente: “Voy a apagar el televisor, voy a desenchufar el cable, y ¡¡¡ustedes no me van a ver más…!!!”.
Se evidencia con claridad algo que parecía oscuro al formularlo teóricamente: es la televisión la que mira al “espectador”. Esta simpática niña sabía de lo que hablaba: la cuestión es cuál sería el enchufe –y dónde estaría-, aquel que permitiera al individuo sustraerse de la mirada del Otro; ya que como es sabido con los niños, especialmente, con intentar sustraerlos del televisor no alcanza.
Este caso, más light que los anteriores (dicho así para estas más a tono con cierto sector del mercado) constituye un paradigma de nuestra hipótesis de base, con la que intento caracterizar un modo de gozar contemporáneo: los hijos teleadictos son consumidos por la máquina omnivoyeur, son devorados por su mirada. ¿Individuos hipermodernos de la toxicomanía generalizada? ¿Nuevos adictos?
En este punto podemos interrogar: ¿qué hace cada uno con lo que consume?, ¿se presta o no a ser consumido por los gadgets –entre ellos, por ejemplo- por la máquina omnivoyeur de gozar, esa que produce teleadictos entre hombres y mujeres? ¿Se deja mucho, poco, poquito, nada…?
Por ello, y para no dejar el análisis en una fácil posición de escepticismo, es preciso localizar –al menos una- salida que permita reintroducir la subjetividad en el individuo de las multitudes, un instrumento cuestionador del consumo. Esta perspectiva, que va en la dirección contraria al modo de gozar contemporáneo, se llama psicoanálisis. En su nombre nos ocupamos de cuestiones –en muchos casos prosaicas, en otros, construidos a partir de detalles cotidianos- que circulan entre hombres y mujeres, para intentar extraer de ellas la substancia de un goce particular, y que responde siempre a la causa del malentendido entre los sexos: la inexistencia de relación sexual, es decir, la hipótesis que sostiene que no hay una proporción democrática y racional, distributiva según la común medida de cualquier Otro –ni siquiera del mercado- que permitiera regular el goce entre los dos sexos.
Es evidente que también la clínica psicoanalítica registra estos desplazamientos, los que se presentan en muchas oportunidades de un modo dramático: los efectos en la subjetividad que afectan a los ciudadanos conmueven al psicoanalista y le plantean nuevos problemas. Los casos que llegan al consultorio no tienen ya la “pureza clínica” de un siglo atrás. Las obsesiones ya no son el compendio de rituales sistematizados descritos por Sigmund Freud en el inicio de su investigación, ni las histerias esos casos “puros” que culminaban en ataques y conversiones, pero finalmente dóciles a la interpretación. Hoy, las drogas y los trastornos alimentarios se mezclan con las estructuras clínicas y dificultan no solo el diagnóstico diferencial sino que cuestionan la eficacia de la práctica analítica.
Este es el marco actual en el que hombres y mujeres tienen que vérselas para encontrar un lugar en el mundo. La así llamada “posmodernidad” oficia de marco para que hombres y mujeres confluyan en el mercado de consumo, siempre dispuestos a dar batalla en asuntos de amor, deseo y goce.
Mientras la televisión es omnivoyeur y sus hijos telegozan, ¿ha llegado el tiempo de los nuevos adictos?




NOTAS
1- Miller, J.-A.; Laurent, E.: El Otro que no existe y sus comités de ética. Paidós. Bs.As. 2006.
2- Pero el hombre posmoderno no es solo “teleadicto”, también es “taracinéfilo”: un exitoso cineasta –oriundo del shopping de la globalización del consumo- afirmó que no hay nada que esperar del actual cine norteamericano, ya que el espectador construido por el mercado cinéfilo tiene… 12 años de edad mental; Woody Allen proponía, por ende, buscar gurúes, nuevos signos de creación cinematográfica en Europa, en Latinoamérica o en Irán, pero ya no en los EE.UU